
Nuestro gerente general plantea una mirada exigente sobre el presente y el futuro de la economía circular, en la que el desafío ya no está en instalar el concepto, sino en construir sistemas que funcionen de manera consistente y se sostengan en el tiempo.
Ecológica ha acompañado la evolución del sector en Chile, transitando desde un modelo centrado en el retiro y la disposición final hacia uno donde la trazabilidad, los datos y la valorización efectiva se vuelven condiciones mínimas. Según datos del SINADER, la empresa se ubica entre los tres mayores gestores de residuos industriales del país, reflejo de un proceso sostenido de adaptación y mejora operativa.
La experiencia adquirida en estos 25 años, le permite según Barros, analizar con mayor perspectiva los avances y las limitaciones del sistema, y plantear una discusión más honesta sobre lo que implica avanzar hacia una circularidad real.
Cuando la circularidad se enfrenta a la práctica
Barros observa con cautela la masificación del concepto de economía circular. A su juicio, uno de los principales riesgos es confundir intención con implementación.
“La circularidad real exige datos verificables y procesos claros. Si no sabes con certeza qué ocurre con los materiales después de salir de una planta, entonces no estás cerrando el círculo”, señala.
Esta mirada implica reconocer límites y asumir que no todos los residuos son valorizables bajo las mismas condiciones. Forzar resultados, advierte, termina debilitando la credibilidad del sistema y retrasando avances reales.
Un modelo integrado, de principio a fin
El modelo desarrollado por Ecológica busca responder a esa complejidad integrando toda la cadena de gestión. Desde la segregación inicial hasta la valorización final, cada etapa está diseñada para asegurar coherencia técnica y consistencia en los resultados.
“Operar con información confiable permite que los materiales realmente circulen. No se trata de prometer escenarios ideales, sino de diseñar procesos que funcionen en contextos reales, con las restricciones propias de cada industria”, explica Barros.
Este enfoque permite mejorar los resultados ambientales y, al mismo tiempo, entregar información útil para la toma de decisiones, fortaleciendo la planificación y reduciendo riesgos operacionales.
Más allá de la operación, el factor cultural
Con el tiempo, la compañía identificó que la gestión técnica, por sí sola, no bastaba para acelerar la transición hacia modelos más circulares. Muchas de las decisiones que impactan la generación de residuos se toman antes, en etapas de diseño, compra o planificación.
De esa constatación surgen iniciativas complementarias como el Sello Cero Basura, los Premios Cero Basura y el próximo lanzamiento público de EcoChange, orientadas a fortalecer capacidades internas y promover cambios sostenibles dentro de las organizaciones.
“La circularidad requiere criterios compartidos y aprendizaje aplicado. Sin ese trabajo interno, los avances no se sostienen”, afirma.
Una década decisiva
Mirando hacia adelante, Barros plantea que los próximos 10 años serán determinantes para la gestión de residuos y la economía circular en Chile. La regulación y la creciente exigencia por resultados verificables elevarán el estándar del sector y pondrán a prueba la solidez de los modelos existentes.
En ese escenario, Ecológica proyecta una hoja de ruta orientada a consolidar su rol como actor de referencia en circularidad, fortaleciendo la trazabilidad, elevando los estándares de valorización y ampliando el impacto de su ecosistema más allá de la operación, integrando gestión, formación y cambio cultural.
Finalmente, Barros subraya que la circularidad real será también un factor de competitividad. “Las empresas que integren una gestión de residuos sólida y transparente no solo reducirán riesgos, también fortalecerán su continuidad operacional. La próxima década va a diferenciar con claridad a quienes tienen modelos robustos de quienes solo siguen el discurso”.